miércoles, 29 de febrero de 2012

Pretención;
léase: desembocadura:
corriente contra corriente;
¿y lo que fuese hermoso?: otrora.

Y lo que fuese tiempo
transmuta en migajas
o al menos así lo siento
cuando te doy toda mi alma
y te parecen sólo sorbos.

El sol incinera:
allí mi rostro iridiscente
derritiéndose
y la gota en el suelo
como prueba
de que así nos vamos de a poco
gota a gota
sorbo a sorbo
llantovertiente.

No alcanza.
Mi corazón agitado
No basta.
Taquicardia.
¿Náusea?
No basta: quieren verte muriéndote de adentro para afuera.

Ay... qué consumación oscura
nos trajo a hablar
en términos de muerte,
en palabras que si bien persisten,
nacen ya con el ímpetu del suicidio
en su pasajera piel de un algo que acaba de pasar:
(y pensar, ay... sonido...
amada música suburbana
poseída por ayeres...)

jueves, 9 de febrero de 2012

Yo creo que sí:
la envidia hizo de las suyas
en el feudo de los ausentes

Pues bien
esta nada que se manifiesta enmudeciendo las almas
(las aún terrenales)
no debe tocernos la voz

Ahora sos todo un hombre de luz
o tal vez Luz de luz
flamante
inabordable

Y a mí me esperanza tu música, siempre
como una multiplicidad de soles fecundando
toda ternura pero también
toda poesía que besa las mejillas
de cada nuevo cielo creador

Y tus palabras, más que alivio, son toda inquietud:
nunca puede leerte y luego pretender quedarme quieto
y tu risa, y tu guitarra y vos, ahí: sos vos, sí,
y mis tiernos dieciseis testigos de nuestro primer abrazo de febrero
(aunque ése no sabía a vinagre)

Y, y, y, y...
tantas cosas que decirte...
y no tenerte en frente y convertirte en hombre de luz carne y hueso
envenena

Pero la paz la encuentro en tus hijos
los tuyos tuyos
y otros millones que somos...

Ay, Luis, si supieras...
las palabras, tristes,
están de huelga de hambre
metidas bajo la cama;

guitarras cortan sus cuerdas con los dientes,
y sus lágrimas de nylon se oxidaron
incrédulas y extraviadas

En tu nombre
yo brindo con todos;
hasta un insólito mimo,
que levanta la copa
y enuncia tu nombre
mientras todo estalla

En tanto, en el Bajo
se regocijan esperándote
(dicen que tocás gratis).

Por lo pronto desde Parque Patricios
yo te digo gracias
por estar
cerca de mí
(por siempre)



(aquí, el escrito que quisiera nunca haber hecho. Tengo un amor y agradecimiento eternos para él. Para vos, Luis, estés donde estés. Te agradezco toda la vida por acompañarme sin saberlo... por tu hermoso ser sensible, ser de luz. Tus manos son un secreto y lo abstracto que salió de vos, estandarte para todas las generaciones que pasaron, pasan y pasarán. Te juro que mis hijos y nietos sabrán de tu risa, de tu sensibilidad. GRACIAS LUIS ALBERTO SPINETTA)