lunes, 26 de junio de 2023

Quiero una foto de nuestro amor
verte reír y sentir que no es hoy
última opción para tu corazón
solo un intento, rey o emperador

La calle te oculta de mi rubor
quiero mostrarme en todo mi esplendor
guardar para mí la inocencia de Dios
omnipotente, un gladiador

Quiero una muestra de tu sudor
Sobre mi piel y sentir que no soy
Solo otra opción para tu decisión
Acaso un momento, evento del hoy

La calle susurra por mi clamor,
quiero erigirme en fiscal del dolor;
guardar para ti mis vestigios de sol,
Tan impotentes, fragmentos de dos.

Quiero perderme
entre tus verbos
entre tus miedos
(tus miedos)
Simplemente lo que intento es
quererte

viernes, 2 de junio de 2023

La gata del yeso.
Así nos referíamos a aquella gata rubia que irrumpiría en nuestra vida como intrusa.
Aún sin vestigios de calle en el cuerpo, solía visitar el patio de aquella vieja casita de Calle 12, en aquel barrio con aspiraciones residenciales próximo a la estación Berazategui, mientras Lu se daba a los quehaceres necesarios en virtud de la mudanza que plot twist: no salvó la relación.

Una vez asentado Pedro en términos de amo y can del patio, Rubita se limitó a espiarnos desde los techos ya con su bracito vendado, acaso tejiendo estrategias de dudoso éxito en ese trajín de volver a pisar ese cemento aturdido disfrazado de baldosas rojas.

La clave fue una noche muy lluviosa: tras el rumor de la lluvia oímos un llanto inconfundible de gato y eras vos, Rubia, refugiada en la entrada del chalet más coqueto de la manzana, pues herida pero no tonta.
Volviste a entrar pero parcialmente, ya que la adopción cabal se dio en la noche de despedida de Bonito.

Para entonces La Rubi tenía ya su cucha en el techo de chapa del lavadero, lavadero que ofició de refugio de aquel otro gran y dignísimo gato, quien decidiera pasar sus últimos meses con nosotros.
Aquella noche decidí entrarla y allí estuvo Rubia, en nuestra ceremonia animal: el multitudinario velorio del Bono.

Entre millones de cosas, fuiste la excusa perfecta para prestarle atención especial a Mateo, que si requería de aquella no tenía más que trepar al mueble en el cual dormías y molestarte.
Fuiste estufita amarilla y quizás la gata más esponjosa jamás vista. Sí, claro, incluyendo a Janis. 
Fuiste la gata parlanchina que intenté sin quórum llamar Ana, que no aguantaba mucho pegote, ¡y así rajabas!
Fuiste la primer cruza entre gato y conejo, renguita de mi corazón que ni así frenabas💝.
Fuiste la perita que había que curar cíclicamente.
Fuiste de las cosas más dulces que he visto.
Fuiste refugio obligado cuando el corazón de Mateo dijo hasta acá.
Fuiste el dolor que costó sacarme cuando dejé de visitar aquel lugar que supo ser también mi hogar.
Fuiste los mensajes que nunca pude mandar, porque meterte a un depto. de Capital era cooptar tu destino de libertad.
Hoy me contaron que la Rubia dijo adiós. Podrá significar eso en mil sentidos, sí.
Jamás para nuestro corazón.
(Saludos a Matuqui ❤)