sábado, 31 de diciembre de 2022

2022, tanto mucho y aglomerado todo en un pequeño espacio.
Estoy considerando seriamente la idea de si el tiempo no es acaso un artificio elástico.
Córdoba, Mar del Plata, San Luis. Acantilados otra vez.
Cambiar de tiempo, de amor, de música, ¿de ideas?.
Los afectos, los tragos, los antros, las mañanas donde seguimos de largo.
Destrabar taras: manejar, entrenar, volver a leer, volver a tocar.
Reencontrarnos.
Adoptar, extrañar y reinventarse.
Alguna injusticia ocupando lugar, empujar y algo de eso destrabar, porque puedo y porque impera y porque qué diría Papá.
Proyectar más de lo que se pueda sostener; de tanto algo quedará.
Despedidas, en este caso dos: recordatorio de finitud inevitable y parte inexorable de algo que vendrá. Paradojal.
Mi hermanita embarazada porque, claro: ya dijo Luis de las ciudades cayendo y pariendo, desatormentándose.
Y no podía ser de otra forma sino sería pesadilla: este año de crisol peri-psiquiátrico se condensa en el mundial.
Yo creo que sí, de sueños estamos hechos, o nos hacemos de ellos para intentar no derrapar.
 

martes, 20 de diciembre de 2022

La tercera

La otra vez pensaba en sus implicancias.
A priori, el fútbol es la imagen de mi Papá recostado; la tele y el partido más random jamás imaginado, maridando hermoso con ese perpetuo bucle de mates con la vieji.
Es tener diez años y que tus viejos gasten la cinta de un VHS que recrea tu único gol, el cual se observa en cámara lenta: las camisetas azules, el beso de la pelota a la red, la euforia juvenil.
Es el último regalo de mi abuela: unos botines y un conjunto deportivo de talle amplísimo, con el que la evocaría durante los años póstumos.
Es tener doce, haber aceptado la derrota y trocar disciplinas para intentar anotar algún otro tanto.
Es 2001, la plaza, los amigos y el reloj como única vía posible de acuerdo previo.
¡Ay, es tantísimas cosas!
Usina de maravillas en un año donde hemos perdido tanto, pero también vertido mares de emoción. 
Y si es solo una cuestión de pan y circo, burguesía o ghetto, explíquennos por qué no podemos dejar de ver el cielo ✨



jueves, 3 de noviembre de 2022

Ezeiza

Al llegar su primer sollozo supimos que iba en serio.

Había terminado de preparar el rapé, el fuego estaba presto y cada uno tenía su point previamente dispuesto para iniciar un viaje que a priori se suponía individual.

Fede insistió mucho en eso de armar el escenario lo más fiel posible al que ya había experimentado tiempo atrás, lo cual incluía música acorde a la ocasión, sustancias y cantidades específicas y la premisa de no-interacción, todo a fin de lo que él llamaba sanar, vaya a saber qué implicase.

Traíamos encima un ayuno no desdeñable de cinco o seis horas sin haber ingerido sólidos, además de haber estado éstos estrictamente restringidos a fruta o verdura y niseteocurra lácteos, carne o alcohol.

Por supuesto la dieta anetílica fue la estrella vulnerada de la semana, a sabiendas de juntadas que supo tener Fran por su lado y la visita de la China por el mío, porque andá a sacarle el brindis a mi amor y procurá sacarme de allí, si te es posible. 

La primer parte incluyó una introducción donde improvisamos razones lo más solemnes posibles para no decir que simplemente queríamos tomar hongos y ver qué pasaba.

Las había, de hecho, más solidas y robustas de lo previsto, pero como sospechábamos con Isco, las de Fede se salían de su propia vaina: su compañera y su hija, en lo explícito; su aparente no-destino, como atmósfera tangible.

Llegó la hora
A distancia el temita del rapé parecía haber sido pan comido para Fran, así que dejé que Fede haga lo suyo. Ya había tomado algunas veces, sin ayuda, claro, pero ¿qué podía pasar? 
La primer proyección del tabaco amazónico saturó mi narina derecha. 
La segunda sacó a flote mis lágrimas como la más jodida de las cebollas o el más profundo de los dolores y para cuando estuvo saldado el asunto me tumbó un mareo y tuve que darle la razón a nuestro maestro de ceremonias: el mate que había bebido quince minutos antes yacía ahora junto a mi reposera, perdido entre las hojas y la noche.

El malestar retorció mi estómago. Recostarme mareaba, la luna que rompía el frente de árboles mareaba.
No había deseo alguno de seguir con la cuestión, e incluso Fran confesó después haber pensado lo propio en algún momento de la noche.

El fuego escupió de sus brasas unas dos o tres veces. Algo debía significar.
Por lo pronto, que había que usar el balde y procurar nuestra integridad y la de nuestro alrededor.

Minutos después y ya recuperado el control, nos dispusimos a lo que habíamos venido.
Un pácayin de celofán con mi inicial besó mi mano: allí reposaba la dosis que Fredi pesó cuidadosamente a efectos de la tolerancia prevista para mis 60 kg.

No les es dado a las setas aquello de saber bien en crudo, pero un sorbo del escaso limón que trajimos (porque provisiones sobraban pero acaso una de las fundamentales había sido borrada de nuestra lista memorial) ayudó a pasar ese trajín complicado para mis papilas.

La playlist curada por el gurú vayasabér me estaba perturbando. Era paradójico pensar en tanta premisa dispuesta para acabar en esa relación tóxica con un dispositivo y justo en ese momento, lugar, circunstancia.

Aún me costaba estar en ángulo cuando Isco abandonó su horizontalidad y encaró enroscado para la casa. Estaba además harto del audio, supe luego.

Fede y yo seguíamos cumpliendo con nuestro flamante convenio sectorial. 
Hasta ese momento creí que lo más psicoactivo de la noche era el nivel de locura alimentado por los mosquitos, que me empujaron a la bolsa de dormir. Y aquí empezó. 

Estar prácticamente besando el césped parecía darme cualidades de microscopio. La noche ya era reina y la luz que filtraba hacia el fondo presentaba un escenario claro: dualidad de ladrillos soviéticos hacia la derecha, verdor, misterio y miedo a la izquierda. 
Sentí que el escenario me estaba diciendo algo y se me ocurrió abrir el foco para dejar entrar al cielo en la fotografía. Comprendí que lo ínfimo puede ser inmenso y la dualidad puede seducir al punto de la obsesión, pero siempre habrá cielo y nada puede hacer frente a su existir implacable.

¿Acaso aquel rostro de ladrillos y luz blanca era lo conocido, que no asusta pero carece de erotismo? Algo de eso pensé.

Ya indudablemente drogado, con sangre de mosquito en la frente y flasheando Castaneda o La Noche Boca Arriba o todas esas cosas a la vez, sentí imprescindible tomar algunas anotaciones.
La excusa de encontrar una birome me permitiría además saber de Fran, que ya llevaba bastante sin volver a su sitio.

Al entrar, veo a mi amigo dispuesto en el sillón, en una suerte de cosplay de Leia en la secuela de Star Wars (¿o acaso era la quinta? qué importa).
El ambiente olía fuerte y agradablemente a cítrico. Aquello le había traído algo de paz.
Interactuar costaba un poco pero pude saber con su gesto indudable que el viaje le estaba costando, y de dormir ni hablemos.
Hice llegar el mensaje de Fede, que preguntó por su suerte, y lo invité a visitar pronto nuestro espacio de ceremonias.

Al volver descubrí la fascinación por el tornasol que apareció en mis sentidos como si una música agradable. 
Las hojas fosforescían y de hecho me acerqué a comprobarlo, incrédulo. 
Levantarlas era quitarles esta nueva cualidad que dibujaba mi cerebro. Preferí dejarlas brillar en paz. 

Sobre el papel, la tinta negra dejaba un rastro de rojo y ese tornasol. 
Las palabras se me escapaban y me causaba gracia entender que el olvido suele tomar la forma de recurso literario.
Pensaba en las estaciones de servicio y sus arco-iris artificiales en el suelo, por lo tanto en Papá y en la vieja Shell de Jujuy y Caseros.
Claro, también pensé en vos, que tanto me doliste y hoy te hiciste retrogusto, por suerte ya no desagradable.
La China yacía en la alegoría de lo frondoso y el misterio, de lo nuevo y del dulce temor.
Su presencia no era sorpresa: horas antes lo habíamos dado todo.
Extrañamente recordé también a Aitana Kasulin. El tiempo, a mi pesar, le dio la derecha: cursar Armonía, estar fumado y retener información a largo plazo no van de la mano. 

De golpe, sonidos auguraban la visita de un gato y se llenó de júbilo mi corazón.
Pensé en Matuqui, en cómo estaría Chedditar.
Lastimosamente no fueron más que ruidos y deseo.

Las letras de la música-gurú rezaban: "Medicinha. Unidad. Aialá". Hacía ruido por donde se lo mire, pero hasta donde pude respeté.
En determinado momento se cortó el sonido y abracé celosamente el silencio efímero. No obstante, esa pausa deliciosa de psicodelia y naturaleza empujó a Fredi a interactuar con su maldito teléfono. Tenía puesto un tapa-ojos en la frente y con mi miopiastigmatismo y su corpulenta existencia creí estar viendo cine de terror clase B.
Me inundó la risa y rompimos lo solemne para siempre. Por suerte.

Logré ir al quincho y violar la dieta estricta: primero una Halls de menta suave y luego un turrón. Lo precisaba como al aire.
Intenté ponerme de pie y mientras planeaba ir en busca de Fran disfrazado de bolsa de dormir violeta con zapatillas (idea infructuosa, dado el cierre que por debajo no abre), éste se apareció.

-¿Qué busca el mundo exterior de nosotros? Bienvenido al mundo de las orugas.

Lanzamos una hermosa carcajada y nos volvimos aliados tácitos en eso de liberar a Fede de los márgenes del ritual y los de su bolsa de dormir: se iba a terminar meando encima, advertía en voz alta, para sí.

Descubrimos que la bolsa de maní tostado maridaba divino con el chocolate que compramos antes de llegar a la quinta, y que no había rezongo de Fredi que pudiera cambiar nuestro destino de aglutinar alimento a lo pavo.

Fede tomó la sabia decisión de abandonar la música inicial y optó por una playlist propia: García. Mateo. La Negra. 
El celular evidentemente estaba también hecho de setas: la música iba y venía como el eco de algo ausente en la memoria de los que no sabemos soltar.

Dimos con nuestros aliados. Fran estaba obsesionado con un árbol, Fede con destellos en el cielo que juraba haber visto y tenía al primero de testigo. Yo no había visto un carajo de eso pero una máscara de luces artificiales filtrando por las hojas del camino dual y sinuoso me sonreía con sorna.

Logramos ensayar una exploración breve hacia otra porción de terreno de la casa.
No fue gran cosa pero había un árbol de moras y descubrir que se podía hacer movimientos sin caer en el intento sirvió bastante.

Decidimos apurar un nuevo fuego.
Fui a buscar un encendedor. Me vi tentado de espiar el reloj: 1 AM. 
Me arrepentí de saber del tiempo y me dolió que fuese un poco más tarde de lo que habría querido, pero igual era temprano para el nivel de enajenación maravilloso que habíamos adoptado.

Tuvimos bastante éxito en nuestra pirofilia, vale decir: hojas, restos de pallet, procurar la saludable y precisa distancia. Voilá.

El intercambio pudo encontrar palabras esta vez. El efecto estaba mermando. 
Disfrutamos el bajar sin demasiada desilusión y con bastante voracidad en lo que respecta a nuestras saludables y nutridas provisiones.
Nos entregamos paulatinamente al sueño.
Más tarde desperté sólo: mis compañeros dormían ya en el cuarto. Por supuesto, Fede me había avisado y opté por hacer caso omiso.

Procuré tomar la mayor cantidad de elementos posibles pues el cielo apresuraba lluvia. Ya eran las cuatro.
Aquella noche la almohada estuvo más dulce que otras veces.
Entendimos haber sido bien recibidos.

lunes, 10 de octubre de 2022

Vos y yo

Tu risa me encontró con un cartel,
"Se alquila" rezaba el corazón.
No creo que exista algo mejor que vos.

Tu voz es como un eco de puñal,
su rastro una urgencia natural,
no tengo anhelos de cicatrizar.

No veo solución para nuestro reloj,
que suelta sus horas como vendaval;
congelaría todo para ir a pasear con vos.

Caricias implosionan mi temor
Deseo que agota este lugar
Perfume que abandona tu collar

No veo absolución posible para tu
culpabilidad en esto de enamorar
y creo que es exponencial
mi espacio pectoral

Me invitaste un café,
encendiste toda piel.
De tus besos veo florecer amor.

En tus sábanas: hogar.
Torbellino al despertar.
Irrefreno desbordado,
vos y yo.
Vos y yo.
Vos y yo.



domingo, 25 de septiembre de 2022

Desprolijo enamorado

No es el caso de los besos, el devenir de las manos o el deseo.
Sí es un hecho en lo demás, la ambigüedad.
Que ¿cuál es su fértil terreno? El de tu voz oscilando los confines del no.
Se desconfiguran así mis filtros, mis sentidos, y todo lo vulnerable soy.

Al caer está el darse cuerda con Panasonic, y acabamos por visitar aquel amigable antro, el cual acurruca los venenos en nombre de la eternidad del día anterior.

Somos nuestra versión de los diecisiete, en el sentido del magnetismo para con todo lo freak, y nos erigimos en familia real de la mañana, en eso que es nuestro periplo (casi siempre y acaso adrede) errante.

La cuenta de la pavada cobra vigor a día vencido (aunque no sepamos ya bien cuál es), y el cansancio es triste y el dolor sea quizás exacerbado para lo que habría de ameritar, pero aquí está, también.

Sin embargo tus ojos. Sin embargo tu piel. Tu abrazo. Tu desfallecer contra mí.
Antídoto para todo lo que no. Caña con ruda de todo lo que sí.
Pero elijo Artaud, como para terminar de enrarecerlo todo sin querer, y a clausurar el sábado que sabe a metal, nomás.

No obstante, hubo este domingo junto a vos, que adormiló la lengua de las miserias, latentes pero heridas de tanta belleza tuya.

Llegó de todas formas y como es habitual, una dosis leve de tu autopreservación.
No-contexto, decís. Quizás tengas razón.
¿Exclusividad y efemérides, nomás? Me invade una pizca de terror porque acaso sea verdad.

Pero no. Siempre vos y el amor que flota en el aire como el globo más bonito y liviano soñado por ningún niñx jamás.

Resta un corolario tácito, muy a pesar de mi desprolijo motor y su atemorizado superyó:
Estamos enamorados y el anhelo sigue de infinito rey.

Pues vaya este brindis, a la salud de vos y yo.

martes, 13 de septiembre de 2022

Congreso

Mi devenir impuntual
Tu figura danzante
El beso impaciente
Fotografía, otredad

Una torsión dulce
Dos manos saludándose
Tu perfume inevitable
Juventud, eternidad.

Callao y vos
Tu sonrisa, siempre vos!
Nuestros pasos, vos y yo.
El auspicioso bar.

Los colores, el espejo, los sentidos
El tiempo y las cuentas del deseo
Los silencios, las miradas, decir nada
y develar lo
genuino.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Algodón

Se suscitan algunos cortos imprevistos.
Por lo general intento abordar tus cristales desde una óptica que percibís en términos de cotonete.
Yo creo que pifiás con el lugar.
Mi algodón está en la boca, está en los dedos.
Lejos de mí está pensarte desde allí, y mucho menos mis signos vitales.

Mis sensaciones son encontradas.
Tus besos son dagas punzando en mis dolores.
Tus ojos devuelven acuerdo, al respecto.
Noto y confirmás que es a veces intencional y por supuesto, ¿qué importa?

Otras veces encuentro adhesión en pantanos triviales.
Pierdo el rastro y no percibo si el barro es mío o quizás te lo robé.
Me dejo llevar por tanzas donde hilvanamos la pavada y pierdo el foco.
Y cuando pico extravío un poco de vos.

Vincularnos al fuego no es forzado.
Nos siento criatura que dirime su disputa en terreno anhelado.
Las manos sincronizan sin pensarlo.
Las miradas son intensas y hablan claro.
Las palabras también, pero su lenguaje es a veces inexacto.

Es imperioso ordenar los conceptos por urgencia.
El vino. La impaciencia. Tu sabor.
Acaso las tres cosas que más me interpelan, hoy.

domingo, 28 de agosto de 2022

Sábado

Seis y pico, hora en que se cruzan los que van y los que vienen.
Llueve como la puta que lo parió.
Tengo canciones de Rosario y tus audios sonando en mi existencia como África de Toto en Aspen.
Ya son dos o tres los días de este insomnio parcial, algo incómodo para mi cuerpo pero dulce alucinógeno a juicio de mi cerebro.

Hay un deseo que es rey desde tu perfume en mi almohada, el cual trazó una fuga sutil, y tristemente no alcanzó a cubrir estos tres días sin verte (racha que hoy planeo interrumpir)

Acaso estos últimos meses fueron de lo más arrebatado, agridulce y desprolijo que haya vivido, más para alguien que solía lucir cartel de clausurado. Y hoy me siento Los Galgos.

Aún en pañales, pienso en amores dibujados en mi deseo o imaginación en lo instantáneo previo y te quedan tan chicos que da gusto.
Es que llegaste agitando los libros que quedaban en pie y aún no había regalado, acaso aprovechando cumpleaños o simples ganas de andar un poco más liviano.

Los días previos conocimos una urgencia que parimos entre ambos, como engendro del que no se sabe bien pero tenía tus rasgos y los míos.
Se habla muy bien. Y mucho. Y eso es parte de ese bien. 

Te vi en ese hall que a poco ya me cae mejor, y lo primero que pensé fue qué poca justicia hay en las fotos o qué hermosa es o lo que más benévolo te suene.
Temí pero el ascensor auspició el primer beso. Ay.

Nos condujiste al sillón y agradecí, quizás bajo mi mandato hoy seguiríamos de pie en la cocina, besándonos incómodos junto a la mesa donde tomaba mate de leche con la Iaia, resistiendo siempre mis mudanzas.
Vos con sorna te reís, no lo recuerdo tan así pero aparato moriré.

El vino y el wok sin llegar a tarta, intactos para siempre.
Cheddar que entendió por dónde iba.
El instante donde descubro que sos golosina, lo cual en mi mundo es algo bueno.
El momento donde conozco tu sabor.

Ay, ay, ay.

Podría estar con vos acá, todavía.
No importaría ya si es abandono de trabajo o si cae el cielo, cosa que entiendo en un punto sucedió.

La sed de vos me está cambiando los horarios.
Qué importa, si lo segundo es artificio.

sábado, 20 de agosto de 2022

Para vos

No sabemos qué nos encontró
No queremos dar explicación
Las palabras sobran y es peor

Qué complejo amar
después del dolor
Se descascará
lo indeleble y brotará

Una nueva flor en Navidad
bajo nuevas formas, en rigor
aferrada al muro del amor

Sangre en el placard
muestras de sabor
pronto a despegar

Hacia nuevas tierras, en virtud
de las profecías de diván
de tu recetario personal

Me encuentro capaz
de poderte ver
sin desfallecer
en tus ojos de puñal

Acordate que acá estoy, si lo querés
No pretendo una vitrina para vos
Las horas van, como río, a perecer

sábado, 6 de agosto de 2022

Estrellitas

Espero tu like, ya sin dignidad.
El problema no sos vos, porque "vos" es un concepto mutante que orbita en mis generalmente malas decisiones.
Demasiado poco incendia demasiado mucho cuando hay espacios que llenar.
Podría claro, como dicen, llenarlos de poder individual. 
Es que fui caprichosamente formado
bajo la pluma de Miguel y cuadros de Mamá y Papá.
Y qué suerte que hay diván.

Aún así, estos días me encuentran activado, recorriendo el caminito del anhelo.
Fumar descorre el velo del rubor y acaso oficia de terapia v2.
Eso a veces me asusta, porque el desnudo es descuidado.
Más me rehúso al refugio personal, 
tampoco lo querría el General.

Queda una reflexión, detrás del decorado,
acaso evocada por la proximidad de Navidad.
Las estrellitas, para los chicos.
Y que haya vino, para endulzar el bacanal.

Los chicles de silencio
Los besos apáticos
El vano esperar
La ambigüedad

Los efectos secundarios
Los recuerdos agridulces
Las ausencias sin remedio
Esta nostalgia, en general

La sed irreverente
Las cartas de presentación
El perpetuar lo que, es probable
jamás sucederá

La celeridad del tiempo
su reflejo en el cuerpo
el haber perdido ése sabor
de juventud, a eternidad

La renovación de contratos
Las máscaras inevitables
El autobombo impreciso
La volatilidad

Lo que podría ser pero no
la esquiva inspiración
y sobretodo, detesto
mi yo procastinador.


miércoles, 3 de agosto de 2022

Me voy a enamorar de vos en invierno*

Me voy a enamorar de vos en invierno
dándome cuenta de todo
en forma total premeditada
siendo que nada cubre ya mi cuerpo
y vivo entero en lo irreal

Me voy a enamorar de vos en invierno
con música stopeando el corazón
aferrados a nuestros espejos
programados nuestros movimientos
y ya vencidos por el ocaso

Me voy a enamorar de vos en invierno
con el gps presto
casi que mintiendo
estudiando el azar
y besando la unidad

Me voy a enamorar de vos en invierno
cuando el algodón rasgue los poros
y seamos sólo hoy
y nos sorprenda lo inverso
y nuestras sombras se vistan de sí

El romance será inverosímil
casi imprevisible
totalmente inevitable

Me voy a enamorar de vos en invierno
con parva de razones
y quizás también empiece a gustar de mí


*adaptación en negativo de esto:
https://www.instagram.com/p/B_tCgDAF3ky/

miércoles, 29 de junio de 2022

Una cadena
de placeres
inconexos

Una paleta
de colores
sin deseo

Quieres de mí
Yo quiero de aquel
Ella de allí

Nos devoramos, impotentes, sin anhelo
Contradicciones que nos nutren el cerebro

Somos el resto de lo que se volvió ajeno
Oscilaciones que nos muestran lo terreno

Siento que te lastimé
como me hirieron a mí
seguro vos te viste allí
punzando a fondo

Somos espina en los pies que se alejaron
metamorfosis que no deja estar livianos
ni a su éxodo
ni al lamento
ni al porvenir



lunes, 13 de junio de 2022

Adiós

Fugaz
como sol en navidad
como estrella de la paz

Tu amor
se escapó en rayo pluvial
No frenó a saludar

Vuelto no
Amigos no
Pena no
Adiós

Tus palabras como espejo roto
Tu mirada como sangre brotó
Tus vaivenes que me enredan
en periplos de cabeza y no me dejan
ver

Confié
en que podrías entender
que esto es algo de una vez

Y escuché
cuchillos que
nunca olvidaré

Te esperé mientras hubo sol
Desoí lo concluso, amor
Escondí los susurros
más preciados de tu voz
en los pliegues del adiós


https://youtu.be/B_Q-Fpx5UEU

miércoles, 25 de mayo de 2022

Sonidos sin temperamento
resuenan en los pliegues del cerebro
como agua que busca la peor salida.

Un ir y venir de nostalgias
presiona las heridas
con sus manos embebidas en polvo

Arde, y mi atención es un perro 
atado a la puerta de un mercado
del cual quizás ya nunca salga el amo

Me aferro a vestigios que ocupa la humedad
textos virtuales y en papel
y es que quizás ya todo sea pasado

Coletazos de un mar que se ha secado
a expensas del villano sol
que descama la piel de nuestro amor


sábado, 30 de abril de 2022

Me viste border y te dí miedo
Sentiste gusto a sonajeros
Resonando en mi cabeza turbia

Oíste hablar de la sonrisa rubia
De inefables varones acarreando
Milenarias ansias consigo

Me viste amigo y oíste ruidos
Pintando el susurro
De nuestro amor herido

Debo confesar que me veo perdido
Oliendo la distancia
Como a cuerpo que partió

miércoles, 20 de abril de 2022

Tengo una extraña habilidad:
Anticiparme a la sensación
de que algo ya pasó

Predigo el futuro
Con perspectiva de garrón

Fue así que tuve una parcela
en de su corazón
Siento que toman el terreno
Y temo lo peor

Los bordes del rubor 
trazan turbias analogías
Con los de mi pantalón

Tuve todas las llaves
De mi propio dolor
Ahora unas copias defectuosas de Salta y Belgrano

Encontré los restos de tu amor
Manteniendo tibia
la momia que soy

Puedo sentir ya el calor
De nostalgias del futuro
¡Talento masoca!
Suelto y me voy.

miércoles, 13 de abril de 2022

Miramos el suelo
porque arriba encandilan
cantidad de pendientes
ajenos

Abajo es el Eros de los sin tiempo
Y es solo seguir
Scrolleando, sin mucho recelo.

Camino, me choco al señor
Vendedor de lo que ya no leemos
Es que dejamos ciertos decorados
Para que así todo cambie
Y duela menos

Porque miramos el suelo
Pero reojo adelante
Es nuestro truco brillante
En eso de andar sin mirar

Como rueditas que se oxidan sin bicis, ya
Como árboles nevados en sudamericana navidad
Aunque aquellos levantan la trompa
Y nunca ven cielo
¿Acaso podrían adorar lo que es nuestro?

jueves, 7 de abril de 2022

Sintetizar el producto perfecto
encorsetar el deseo
trazar una ruta directo al monedero
sacarse la grande
vendiendo nubes al cielo
hablar lo esperado
hacer lo terreno
porque ¡más es gula!
y el nuestro es un perro
angurriento

jueves, 17 de febrero de 2022

Transparencias

Son los restos
del amor de ayer
y las máscaras de hoy

Son los huesos
desgastados en los pliegues de sí

Encuentro algo particular
en tu liviandad al expresar amor
puedo oler las comisuras
morder la musculación

Retrocesos
en la cúspide de la fascinación
los accesos
a rincones de mi corazón se ven
restringidos a la devoción
que irradia el tonto camaleón
Puedo ver desde este sitio
transparencias en su caparazón

Nos encontramos
forzando lazos
con la intención que nos escapa
por el pantalón