Insisten, imponentes, bruma
y rumor.
Deshojamos el tiempo, desoyendo el llamado
Y no existe, acaso,
cielo más claro.
Provee, inspirada, esta Inmensidad
Ocupada, su mano, de todos los hilos
Y siendo éstas, las horas elegidas
Urge empaparse
Vivimos las veces de fiebre y dolor
Casi sin fe
Con resignación
Si el viento hoy trae a esta mesa el amor
Que venga, insolente, y recree su gracia
Nuestro más allá está aquí
Vestido de eclipse
De luna emperatriz
Nuestro globo danzante rió
Consumado su sueño menor
Caminar, mi amor, estas horas de agua y de a dos
es lo que resta, nomás.
(a Ludmila)
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