El mundo de pantallas ya no se siente tan propio;
es de esperar, si es que acaso un segundo
despertamos del sueño
donde a distancia de un
pulso
goza el desnudo
¿Ves?, ya quince años dormidos
en insaciables espejos
que en realidad son ventanas
catalogando las almas
mientras pagamos nuestro precio
Reality-show impensado
¿Aún regalado? el más caro.
Se auto sustenta
en nuestra química contenta
que erupciona descargas
de oprobioso placer
"No debo mirar"
Y ya el límite extravié.
Soy el like
que nunca me darás.
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