Tu voz,
cofre, desde siempre, de jardines
y sierras y prados
y barros y sangre
y luz
Tu guitarra
celosa dueña
de verdades insondables
para quienes siempre tuvieron el espíritu ciego
o falanges tristes
Tus manos
vehículo
de la poesía escrita
para los ojos de un ciego
que celebra, incrédulo,
en el espejo
Y rodéandote en una ingenua danza sepulcral
para la cual no darás el gusto
danzan moscas que enchastran sus pseudo-lenguas diminutas
embelesadas en la utopía de beber un sorbo abyecto e impotente
de tu inconcebible amor,
el cual finalmente las repele
y el resto es el todo:
tu tierra y tu gente
(a Luis Alberto, con todo el amor que le tengo)
Genial.
ResponderEliminarLa verdad hay revistas a las que ya no les alcanza con los monigotes de la farándola, que van a chuparle la sangre a Spinetta. No cambian más.