Desembarazaba una poesía
del fondo de mis entrañas
y decían las hienas: "queremos algo más sólido"
pues, procuré recitarla en las calles
a quienes a diario se desconocen
y vociferaron: "No alcanza"
por lo cual, concebí una canción
para quienes, de todas formas, se aprovecharon del clamor
e insistieron ellas de igual forma (valiéndose de tan oportuna licencia),
aunque esta vez yo ví lo que buscaban la calle y su pesadumbre:
viéndome obligado,
endurecí mi corazón
hasta el hartazgo de sus poros
y les ofrecí esta nueva consumación:
un molde que ya no condecía en esencia
un silencioso rumor de lo más parecido a la muerte
(y cayó sobre mí la victoria de esa frívola risa)
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