Hay quienes atentan
desde la frivolidad
y nos laceran
pero también otros
que bebiendo del jugo de una vulnerabilidad
ya exprimida
y férreos guardianes de efigies borrosas
conciben sus tejidos
(vacíos;
camaleónicos)
y la calle goza, sobre su rostro
del cadáver íntegro del pudor
suicidado con la pluma de quienes, mediante rótulos del arte
se extravían en macabros sofismas
(el nunca desembarazarse de esa febril avaricia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario