La figura que acecha:
Luz violeta
sangre en torrente
tiene
piel de hielo
Vida.
Muerte.
Busca.
Corre en la nada.
El
tiem-
po
peregrino atestiguó... ay,
lúgubres sombras
merodean
como un duende en la estación
Guardarme tras mis párpados para ejercitar un viaje a más allá de la muerte. Leer la verdad en mis propias huellas (madres de su tiempo). En mi gente del alma delectar la concientizada caterva. (Miguel Abuelo)
miércoles, 28 de noviembre de 2012
martes, 27 de noviembre de 2012
Rayos en los ojos
como destellos de un
infierno terreno
Quién defiende las pequeñas y errantes
e
insípidas conquistas,
sino los fundamentalistas de
lo visto
lo triste
lo predecible
lo ya vulnerado?
A orillas de las cocinas de fiebre
el
hombre
sugiere su jugoso
cuello
a la sedienta máquina que
habrá de cercenarlo
y habrá
pan para el que
guste;
(y) eternidad para olvidarse
...
a pasos del salto de muerte
las culpas avanzan primero
fundidas en lúgubre
beso
con el abismo
como destellos de un
infierno terreno
Quién defiende las pequeñas y errantes
e
insípidas conquistas,
sino los fundamentalistas de
lo visto
lo triste
lo predecible
lo ya vulnerado?
A orillas de las cocinas de fiebre
el
hombre
sugiere su jugoso
cuello
a la sedienta máquina que
habrá de cercenarlo
y habrá
pan para el que
guste;
(y) eternidad para olvidarse
...
a pasos del salto de muerte
las culpas avanzan primero
fundidas en lúgubre
beso
con el abismo
martes, 6 de noviembre de 2012
Será la farsa de los hombres
que nos deje fuera de juego
o las miles de historias
que acaso merezcan ser contadas
o numerosos fracasos
deseosos, ellos, de formar parte fundamental
de nuestro haber de sinsabores.
Sea lo que sea,
cuando el amor se troca en lo que en el fondo un poco sí es
y las manos se enfrian
y las bocas se aman pero las mentes se apoderan
y son un único emperador reverberando en el aire, y destella de dolor
de ira y desesperación
ahí
(dirá Antonin)
se va todo al carajo
Así, pues,
llévate mis manos
y, sino de tu piel,
exprópiame de mi propio cuerpo,
así yo habré de tercerizar-(y amar)me
y acaso yo cultive
toda mi ternura para tí
sin saberlo.
que nos deje fuera de juego
o las miles de historias
que acaso merezcan ser contadas
o numerosos fracasos
deseosos, ellos, de formar parte fundamental
de nuestro haber de sinsabores.
Sea lo que sea,
cuando el amor se troca en lo que en el fondo un poco sí es
y las manos se enfrian
y las bocas se aman pero las mentes se apoderan
y son un único emperador reverberando en el aire, y destella de dolor
de ira y desesperación
ahí
(dirá Antonin)
se va todo al carajo
Así, pues,
llévate mis manos
y, sino de tu piel,
exprópiame de mi propio cuerpo,
así yo habré de tercerizar-(y amar)me
y acaso yo cultive
toda mi ternura para tí
sin saberlo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)