Rayos en los ojos
como destellos de un
infierno terreno
Quién defiende las pequeñas y errantes
e
insípidas conquistas,
sino los fundamentalistas de
lo visto
lo triste
lo predecible
lo ya vulnerado?
A orillas de las cocinas de fiebre
el
hombre
sugiere su jugoso
cuello
a la sedienta máquina que
habrá de cercenarlo
y habrá
pan para el que
guste;
(y) eternidad para olvidarse
...
a pasos del salto de muerte
las culpas avanzan primero
fundidas en lúgubre
beso
con el abismo
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