¡Dame el antídoto, día!
¡dame la llave,
despójame de encierro!
¡exonérame..!
de mis propias miserias...
que aferradas (¡y desde sus uñas infectas!),
ambiciosas (neutralizando ternuras),
obstinadas, torpes,
pero fundamentalmente: repelentes
recrudecen ante mí
con el ímpetu de mil insólitas tenazas
y corazones
son los que yacen
embebidos en ese aire grueso y
¡lúgubre..!
de domingo insolentemente perpetuado
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