Ya bien sabido pero ojo: eso no implica haber puesto en marcha el sentido del gusto, oh no; hablamos de sapiencia y no de sabor, aunque si de esto último se trata... es vox pópuli: estamos corrompidos por un espíritu-limón que nos corroe la sangre al grito de "más, más!" y tu milanesa se ahoga en un aceite digno de sinsentido dominguero; sí, dice "tu milanesa", léase: tuya la fritura, tuyo el rebosado, oh, atribulado danzarín macabro! y la corrupción se robó tu memoria y escamoteó tu sensibilidad y ya nadie sabe qué son esas cosas... "con tanta vidriera por recorrer y tanta frívola e impuesta necesidad por saciar, mirá si me voy a poner a..." pero no;
me rehúso, reniego (y lo digo bien fuerte para que todos oigan porque: ME REHÚSO).
¿A qué? ¡A llevar a cabo otro putrefacto, tendencioso e innecesario informe, destinado siempre a adulterar esa aproximación utópica nunca consumada que llamamos realidad, para edulcorar oídos, ojos y barrigas, entiéndase: nobles y necesarios prisioneros corpóreos de señores y señoras huidizos/as en cuanto a aproximación de un ser de "inferior" clase social refiere. Y me rehúso a escuchar a mi propio pelotero cerebral, lleno de caos, empapado de incoherencia, que inyecta veneno en donde supo habitar miel; que impregna dolor donde hubo todo para ser felíz, que sabe a fracaso porque cocina fracaso, que sabe a muerte porque nació degollado...
porque claro, a fin de cuentas: prisión, enemigo, dolor... equivalen a nuestra misma voz.
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