2022, tanto mucho y aglomerado todo en un pequeño espacio.
Estoy considerando seriamente la idea de si el tiempo no es acaso un artificio elástico.
Córdoba, Mar del Plata, San Luis. Acantilados otra vez.
Cambiar de tiempo, de amor, de música, ¿de ideas?.
Los afectos, los tragos, los antros, las mañanas donde seguimos de largo.
Destrabar taras: manejar, entrenar, volver a leer, volver a tocar.
Reencontrarnos.
Adoptar, extrañar y reinventarse.
Alguna injusticia ocupando lugar, empujar y algo de eso destrabar, porque puedo y porque impera y porque qué diría Papá.
Proyectar más de lo que se pueda sostener; de tanto algo quedará.
Despedidas, en este caso dos: recordatorio de finitud inevitable y parte inexorable de algo que vendrá. Paradojal.
Mi hermanita embarazada porque, claro: ya dijo Luis de las ciudades cayendo y pariendo, desatormentándose.
Y no podía ser de otra forma sino sería pesadilla: este año de crisol peri-psiquiátrico se condensa en el mundial.
Yo creo que sí, de sueños estamos hechos, o nos hacemos de ellos para intentar no derrapar.
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