domingo, 28 de agosto de 2022

Sábado

Seis y pico, hora en que se cruzan los que van y los que vienen.
Llueve como la puta que lo parió.
Tengo canciones de Rosario y tus audios sonando en mi existencia como África de Toto en Aspen.
Ya son dos o tres los días de este insomnio parcial, algo incómodo para mi cuerpo pero dulce alucinógeno a juicio de mi cerebro.

Hay un deseo que es rey desde tu perfume en mi almohada, el cual trazó una fuga sutil, y tristemente no alcanzó a cubrir estos tres días sin verte (racha que hoy planeo interrumpir)

Acaso estos últimos meses fueron de lo más arrebatado, agridulce y desprolijo que haya vivido, más para alguien que solía lucir cartel de clausurado. Y hoy me siento Los Galgos.

Aún en pañales, pienso en amores dibujados en mi deseo o imaginación en lo instantáneo previo y te quedan tan chicos que da gusto.
Es que llegaste agitando los libros que quedaban en pie y aún no había regalado, acaso aprovechando cumpleaños o simples ganas de andar un poco más liviano.

Los días previos conocimos una urgencia que parimos entre ambos, como engendro del que no se sabe bien pero tenía tus rasgos y los míos.
Se habla muy bien. Y mucho. Y eso es parte de ese bien. 

Te vi en ese hall que a poco ya me cae mejor, y lo primero que pensé fue qué poca justicia hay en las fotos o qué hermosa es o lo que más benévolo te suene.
Temí pero el ascensor auspició el primer beso. Ay.

Nos condujiste al sillón y agradecí, quizás bajo mi mandato hoy seguiríamos de pie en la cocina, besándonos incómodos junto a la mesa donde tomaba mate de leche con la Iaia, resistiendo siempre mis mudanzas.
Vos con sorna te reís, no lo recuerdo tan así pero aparato moriré.

El vino y el wok sin llegar a tarta, intactos para siempre.
Cheddar que entendió por dónde iba.
El instante donde descubro que sos golosina, lo cual en mi mundo es algo bueno.
El momento donde conozco tu sabor.

Ay, ay, ay.

Podría estar con vos acá, todavía.
No importaría ya si es abandono de trabajo o si cae el cielo, cosa que entiendo en un punto sucedió.

La sed de vos me está cambiando los horarios.
Qué importa, si lo segundo es artificio.

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