Puedes encontrarte allí: recoveco de tus reflejos primarios... depósito de tus tabúes últimos; final de vaso de agua pero ultrajado por una secreta y nociva ginebra...
y en ese mismo lugar donde todos lapidaron tu deceso... te viste a los ojos, desafiaste tus instituciones... dirán que estás perdido... juzgarán tus aliados... trazarán tus deberes y luego de una metódica transición al silencio... quizás recién en ese punto sepas de verdades...
y yo creo que vivir el hermetismo del cuore es más parecido a perecer que la misma muerte... acaso guardiana, ésta, de nuevos misterios, destellos y venenos
y padecer la ignorancia de toda tempestad interna y deseosa de ser hallada no es, acaso, abdicar a un trozo inherente a tu espíritu?
Y así concibo que a veces vivimos de a sorbos... y la sed no se conforma con vacío... y si bien la huecura ofrenda sonidos... pertenecen ellos a la descarada música de la decadencia.
¡Larga vida a las visitas a los polos de tu consciencia, sutil peregrino de los sentidos!
¡Larga vida a tu renuncia a la corbata-cadena!
¡Lava ígnea chorreando sobre la moribunda espalda de quienes quisieron domesticarte
y un cielo invertido para los estructuradores de ánimas!
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