Ya lo sabemos sencillo:
unas pocas efigies pálidas;
un profeta ilusorio
que chorrea su baba
y en el trayecto del nauseabundo hilo
todo lo corroe, incluso el suelo
(que a su vez, no puede sobre sí mismo mantenerse
y besa el centro de la tierra)
¿Frío?
es que tienen sobre el pecho
un abrazo somero
y todo es mentira
y todos lo saben
(incluso el día miente
y deja ver sus anémicos dientes)
Unas almas inocentes bailan
creyendo que esta máquina gira por nosotros
Otros vampíricos espíritus, contrariando,
exprimen el cuello de los que todo lo han perdido
¿Vale la pena el respetuoso silencio
y hacernos dueños flacos de una pasión que no existe?
La patria tiene la forma
de un corazón que ha sido ultrajado
por la mitad
Y están todos ahí, fecundando la multitud;
es una grosera fiesta de disfraces;
así los hay corderos-perros;
payasos pintados por las manos de la hipocresía,
roedores que, francamente... no precisan ningún traje,
e imbéciles vestidos de correspondidos,
mientras por dentro la fiebre
atosiga su risa.
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