viernes, 18 de marzo de 2011

Errante

La buscó en el subte
la buscó en la calle
se fijó en los bares
se extravió en lo abstracto

Creía verla y
seguía sus pasos
chocándolo todo, pero siempre
se encontraba sólo

Durante el verano relajó sus sienes
un instante magro
hasta ese febrero fatídico:
y la vió por todas partes

Quiso fecundar un encuentro,
sólo gestó un depósito
donde guardar, receloso
su conjunto de fracasos

Medioaño (otoño-invierno)
la vió en los carteles
la vió en pantallas
la vió en el sonido

La vió en el frío de su cuello
la vió en sus manos hipotérmicas
la vió en todo rincón, salvo
en su abrigo

En los parques, en los perros
en los niños, en los lagos
Era la efigie demoníaca
de un placer infructuoso

En primavera...
bebió soles
cerró sus ojos
y la vió en el silencio
hecha una diosa perversa

Qué desdicha
desposeerla;
qué desgraciada
persecución
en la cual el suelta su mano
de lágrima seca
de beso tácito

Y aún sus ojos significan misterio
aunque siempre asegura verla, él...

En tanto, el mundo se mofa
de su tonta rutina
y una vez más el reloj,
le expropia otra migaja de alma

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