Si invoco tus ojos,
más se me van
y mi ridículo modo
de demostrarte amor
es la vergüenza
(y sin siquiera rubor...)
Ay, de mí... que me demuestro
y te regalo las razones
para correr
lejos de aquí
Ay!, de esta canción...
que pretende sinfonías
donde no hay, acaso
un piano desafinado
Ay de mi noche
que, sometida, se disuelve
entre las manos
del sueño
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