lunes, 9 de mayo de 2011

A mí

Me encanta cuando llegas así como irrumpiéndolo todo porque, si te fijás... traes, justo entre las manos, y hecho un manojo más de verduras y bolsas, ese dejo de asfalto con frío que me hace decir "epa... de la calle venimos!" y me encanta también porque ya sabemos que esta época del año es hermosa;
yo traía un difunto verano en mis sienes y vos, entre mejillas, toda una primavera de hielos preparada para neutralizar cierta melancolía suburbana que nos pregunta si acaso no hay un amor muy grande por uno mismo para imaginar que efectivamente sí, tal vez esa primavera nos está besando y fue diseñada por un arquitecto psicodélico o quizá poeta crudo y bizarro, éste... que muy oportunamente te fecundó bajo su lápiz, bajo su mano triste de cuarentón soltero, más psicodélico que arquitecto y más crudo y bizarro que compositor de nuevos paralelos para visitar cuando no nos resultó suficiente aquella vieja esquina donde una, dos, tres, cincuenta veces amaste, odiaste, besaste y despediste...

y hoy te digo, como volviendo desde el diluvio de ciertos días y noches que se entremezclan hasta el punto de fundirse en una única noche de olvido absoluto... pero que aún así tiene sentido porque es otoño y es hermoso ver como los árboles te besan los hombros aunque esto último con cierta visión optimista del asunto, a sabiendas de que es domingo y tal vez sean escupitajos de esa madre tierra que bien sabe que vos plantaste asfaltos sobre sus espaldas y si bien creas no tener la culpa... okey, amigo... yo tampoco estoy acá para juzgar a nadie pero a pesar de todo este rollo que tal vez me coma hasta el final de los comienzos

te digo que me encanta...

que llegues a mí porque sí...

(imaginate si tuviese yo, tan descarado... que localizar un triste, somero
y ya más bien
zarpado
"por qué")

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