música de bienvenidas;
diatónico sol omnipresente;
días de cromática luna omnipotente;
caramelos sabor año nuevo;
juegos que nunca abdicarían al sueño;
sueños que nunca sacrificarían lo lúdico;
sacrificio que sueña en juegos y al vésre;
plaza sonriente, burbuja de ciudad indiferente;
diluvio que precipita sobre corazones en movimiento;
brujos reconciliados con el azar, encajonado;
jugadores compulsivos coqueteando con la calma y
calma, disfrazada de vértigo;
medianoche que ya no es, tiempo que se desdobla;
finalmente: miedo,
como rostro sucedáneo del amor que
avecina.
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