los que besen;
los que acompañen;
los que duerman, envueltos, a los pies de la luna;
los que estén del otro lado del teléfono,
del otro lado del brazo,
del otro brazo del tiempo.
Serán otros, esta vez,
los que sepan de nuestros fracasos,
de nuestros sueños agridulces;
de edulcoradas victorias;
y otros serán, también partícipes
de cómo el rostro del mundo
nos come y nos bebe
desde incomensurables
belleza y sabiduría.
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